IX
SEMANA DE LA JUVENTUD ESTUDIANTIL CATÓLICA
Tema
General: “Dr. José
Gregorio Hernández, Testimonio Vocacional para el Joven de Hoy”.
Lema:
¡Juventud, Vocación para la Vida!
Apreciados
jóvenes, son tantos los testimonios significativos de vida que acontecen en la
historia humana, muchos pasan desapercibidos, otros marcaron la historia de un
país. Hoy traemos ante ustedes la experiencia de fe de un joven venezolano con
sueños de futuro:
“Le
prometo papá que seré médico”.
En
el año 1882, ingresa José Gregorio a la Universidad Central de Venezuela, para
cursar estudios de Ciencias médicas con gran entusiasmo y firme propósito de
cumplir la palabra empeñada con su padre.
Así,
pues, cursa con regularidad, todas y cada una de las asignaturas,
distinguiéndose por su esmerada dedicación al estudio y por su puntualidad en
la asistencia, que ni las inclemencias del tiempo logró obstaculizar nunca.
Sus
compañeros reconocían sus virtudes de íntegra honestidad, espíritu de
mortificación, de servicio y rectitud de conciencia. Su vida era un ejemplo
para sus compañeros universitarios. Estaba convencido de que: “En el hombre, el
deber ser es la razón del derecho, de manera que el hombre tiene deberes, antes
de tener derechos”.
Siempre
que no interrumpiera sus estudios, José Gregorio asistía a las retretas de los
domingos en la tarde en la Plaza Bolívar. Con sus amigos compartía pasatiempos.
Le gustaba reunirlos, tocar piano y cantar.
Tenía
veintitrés años cuando culminó, brillantemente, sus estudios universitarios.
Presentó su examen de grado que fue memorable, pues no fue examinado sino
orador a voluntad en cada una de las preguntas que se le formulaban.
La fortaleza de la fe para vencer los
retos en tiempos universitarios
Para
José Gregorio, a nivel personal la universidad representó un tiempo de grandes
retos. En los primeros días en la universidad, tuvo que soportar burlas por su
forma de ser. Era el tiempo en que los estudiantes, por su moda intelectual,
influenciados por el enciclopedismo francés, se rebelaban contra la religión en
nombre de la ciencia, se hacían libertinos en sus costumbres y descreídos en
las ideas religiosas considerándolas como un atraso en los pueblos modernos y
civilizados.
Sólo
la recia educación en valores y virtudes cristianas que había recibido y
profundizado José Gregorio, lo ayudaron a perseverar en sus principios. Su
cercanía a la misa y a la comunión frecuente le ayudaban a alcanzar la paz y
tranquilidad. Más tarde sus compañeros llegaron a respetarlo y no se atrevían a
burlarse de él, ni a pronunciar palabras indebidas frente a él. Su personalidad
y firmeza le hizo obtener las más altas calificaciones e hizo que todos
aplaudieran sus progresos.
A
mediados del tercer año de medicina, José Gregorio cayó gravemente enfermo
producto de fiebre tifoidea. Eso lo mantuvo alrededor de un mes en cama. En
algunos momentos se temió por su vida. El tiempo en el que estuvo enfermo, lo
soportó con la mayor serenidad y humildad. Nunca se quejó de las molestias ni
de los tratamientos médicos. Como conocía al Padre Juan Bautista Castro, lo
mandó a llamar para que lo atendiera espiritualmente. Al ver su estado, el
Padre Castro le sugirió imponerle el Sacramento de la Unción de los enfermos.
José Gregorio, aceptó pues decía que deseaba en todo momento la voluntad de
Dios.
Aprendió
de su enfermedad y convalecencia lo importante de tener gente querida alrededor
cuando uno se siente mal; aprendió a ver el sufrimiento con nuevos ojos de fe
y, a descubrir que el alma tiene capacidad para elevarse por encima de lo
material y del dolor. Comprobó que hay una existencia del alma más allá de la
muerte, que permite tener esperanza en un futuro mejor cuando, después de
morir, resucitemos a la vida plena en Cristo, siempre y cuando hayamos cumplido
con la misión encomendada por Dios aquí en la tierra. Por eso, fue capaz de
escribir: “Las enfermedades son la verdadera prueba, en la cual se demuestra
claramente nuestra nada…y ahora me entrego con más resignación a la voluntad de
Dios”.
Al
ser dado de alta, se sentía con mayores bríos y alentado por tantas personas
que cuidaron de él. Se puso al día en sus estudios con mucha dedicación y
puntualidad. No sólo volvió a su vida de estudiante, sino también a la de los
amigos y de la alegría como forma de descansar y recuperar las energías para
seguir cumpliendo con sus responsabilidades.
En
sus años de universitario, José Gregorio fortaleció su carácter cristiano
devoto con una gran disciplina interior combinada con una caridad para con los
demás cada vez mayor.
Una gran oportunidad
para un gran talento
Dicen
que no existe la suerte, sino que hay que estar preparado para que cuando las
oportunidades se presenten uno pueda aprovecharlas.
José
Gregorio tenía 23 años y se había ido hacia los Andes a buscar un lugar
apropiado dónde establecerse y a ejercer la medicina. Mientras en Caracas, el
Presidente Dr. Rojas Paúl da el primer paso para la modernización de la
medicina, con el decreto creador del gran Hospital Vargas de Caracas, similar
al Hospital Lariboissiere de París, decreto publicado el 16 de Agosto de 1888,
con dotación para más de mil camas.
Un
día, cuando José Gregorio regresaba de San Cristóbal y Mérida, se encontró con
una carta de su maestro, el Dr. Calisto González, donde decía que lo había
recomendado al Presidente para que fuera a París a estudiar con perfección ciertas
materias experimentales porque creía que reunía las condiciones para tan
importante misión, y que si no tuviera ningún inconveniente, debía trasladarse
a Caracas sin pérdida de tiempo y dispuesto a seguir su viaje a Europa.
José
Gregorio, meditó muy bien la propuesta, la aceptó con fe y optimismo, y se
trasladó a Caracas dispuesto a enfrentar el importante reto que significaba la
misión que se le iba a confiar.
A ejemplo de José Gregorio Hernández:
Desde la Pastoral Juvenil Estudiantil,
hacemos un llamado a toda la juventud activa venezolana a asumir con
responsabilidad, con fe y convicción los retos que se nos presentan para
prestar un mejor servicio a nuestro hermoso país. Sabemos que todo lo que
hagamos de bien en el presente como jóvenes, repercutirá en positivo al futuro
de la humanidad y del país y nos permitirá sentirnos satisfechos de lo que
somos y hemos hecho, que es la verdadera y plena felicidad para cualquier ser
humano. La vida de José Gregorio, es un buen testimonio de esa felicidad que se
cosecha en la propia vida cuando se siembra con dedicación en la vida de los
otros. Invitamos a todos los jóvenes seguidores del testimonio de vida del Dr.
José Gregorio Hernández a que no desmayen en sus sueños, a que luchen por ellos
y que lo hagan pensando en el propio bien y en el de todos, teniendo a Dios Uno
y Trino, a la Virgen y la Iglesia como acompañantes.
Joven, la
historia te está presentando grandes retos para el bien del país, tú también
puedes responder como José Gregorio Hernández.
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